1. Establecer rutinas claras

¿Por qué importa?
Tener horarios previsibles ayuda a que niñas, niños y adolescentes desarrollen autocontrol, sepan qué esperar y reduzcan conflictos por el uso de pantallas.

Ejemplos prácticos:

  • “Después de hacer la tarea, puedes ver 30 minutos de tu serie favorita.”
  • “Los fines de semana puedes usar el celular después de ordenar tu cuarto.”
  • “Antes de dormir no usamos pantallas: después de cenar, es momento de lectura o calma.”

Consejo extra: Usa relojes visuales o alarmas para marcar el inicio y fin del tiempo de pantalla. La anticipación ayuda a evitar berrinches.


2. Elegir contenido adecuado según la edad

¿Por qué importa?
El contenido tiene un impacto emocional y cognitivo. No todo lo “infantil” es saludable o constructivo.

Ejemplos prácticos:

  • Para niños pequeños: apps interactivas como “Endless Alphabet” o canales como “Pocoyó” o “La vaca Lola” en modo supervisado.
  • Para preadolescentes: documentales breves, juegos con desafíos creativos como “Minecraft educativo”.
  • Para adolescentes: series con contenido reflexivo (documentales sobre salud mental, por ejemplo), juegos cooperativos, podcasts.

Consejo extra: Ver o escuchar juntos, al menos ocasionalmente, permite hablar sobre lo que consumen y conocer sus intereses.


3. Usar las pantallas como oportunidad de conversación

¿Por qué importa?
Hablar sobre lo que ven, juegan o comparten en línea fortalece el vínculo y enseña a reflexionar sobre los contenidos.

Ejemplos prácticos:

  • “¿Qué parte del video te dio risa?”
  • “¿Qué opinas del personaje que mentía? ¿Qué hubieras hecho tú?”
  • “¿Por qué te gusta ese juego? ¿Te gustaría inventar uno parecido?”

Consejo extra: Haz preguntas abiertas. No busques moralizar, sino explorar sus ideas y emociones.


4. Priorizar momentos sin tecnología

¿Por qué importa?
Hay momentos que necesitan presencia total. Reducir pantallas en estas situaciones fomenta la conexión emocional.

Momentos clave para evitar pantallas:

  • Durante las comidas (niños y adultos).
  • En la hora previa al sueño.
  • En paseos familiares o actividades recreativas.
  • Cuando alguien en casa quiere hablar o jugar.

Consejo extra: Usa cajas o cestas para “dejar los dispositivos” en ciertos horarios. Que todos participen, no sólo los niños.


5. Acompañar desde el ejemplo

¿Por qué importa?
Los niños y adolescentes aprenden más por lo que ven que por lo que se les dice. Si pedimos moderación, debemos modelarla.

Ejemplos prácticos:

  • Guardar el celular durante las comidas.
  • Comentar: “Voy a dejar de ver mi serie para ayudarte con el rompecabezas.”
  • Compartir tus propias estrategias: “Hoy me costó dejar el teléfono, así que me puse un temporizador.”

6. Validar emociones al apagar la pantalla

¿Por qué importa?
El apego a las pantallas es real. Cuando pedimos apagar, puede haber frustración. Validar no significa ceder, pero sí acompañar.

Ejemplos prácticos:

  • “Sé que estabas disfrutando mucho del video, entiendo que da coraje apagarlo.”
  • “Es difícil detener un juego justo cuando estás ganando, lo sé. Lo retomamos mañana.”
  • “Vamos a hacer algo que también disfrutes después, como dibujar o salir al parque.”

Esta guía no pretende ser una fórmula perfecta, sino un apoyo para navegar con mayor conciencia y flexibilidad el uso de pantallas en las dinámicas familiares actuales. La clave está en el acompañamiento, el vínculo afectivo y la adaptación a cada etapa del desarrollo.

– Roberto Saldana

Write a comment